lunes, 4 de abril de 2011

HISTORIA DE LA ENFERMERÍA


LA ENFERMERÍA EN UN MUNDO DE TRANSFORMACIÓN

Las enfermeras monásticas

Las mujeres de estos monasterios estaban amparadas por la Iglesia, que proporcionaba libertad y seguridad para seguir estudios intelectuales o intereses prácticos. Muchas mujeres famosas de la Alta Edad Media estuvieron relacionadas con la vida monástica. Hildegarde, cuyos conocimientos médicos y visión política fueron muy notables. Otras mujeres asumieron la labor médica y de enfermería en los hospitales.

El cuidado de los enfermos era la tarea principal. Radegunda cuidó personalmente a los pacientes en el hospital que había fundado. Era particularmente sensible con los leprosos, que eran marginados sociales, y se la vio besando sus cuerpos enfermos. No existen indicios de que hubiera médicos relacionados con este hospital. Al parecer, los cuidados de enfermería eran la base para la recuperación de la salud.

Santa Brígida se convirtió en una abadesa famosa en Irlanda, y era respetada como erudita, educadora, consejera y experta en las artes de curación. También se conocía por cuidar a los enfermos y haber curado leprosos. Se le dio el título de “patrona de la curación”.

El islamismo

Las enseñanzas de la mujer y de los niños, aunque tenían licencia para la práctica de la medicina general.

Los requisitos habituales de la escuela de Salerno eran tres años de premedicina a nivel de escuela superior para el estudio de la lógica, filosofía y literatura, cinco años de medicina y cirugía y un año de práctica con un médico famoso. Hacia el año 1140 se dictó una ley que prohibía la práctica de la medicina a quien no tuviera licencia. El Régimen Sanitatis Salernitanum fue el trabajo más famoso de la escuela de Salerno. Este poema latino, que contenía preceptos racionales sobre dietética e higiene, ha sido objeto de numerosas versiones y más de 300 ediciones.

Los hospitales medievales 

En la actualidad todavía perduran tres hospitales medievales famosos que se construyeron fuera de los muros monásticos: el Hôtel Dieu de Lyon, el Hôtel Dieu de París y el Hospital del Santo Spirito de Roma. La información más completa sobre las cuestiones de enfermería procede de los centros de Lyon y París.los primeros hospitales se establecieron como xenodochiao casas de caridad y atendían a los necesitados y desvalidos tanto como a los enfermos.

El Hôtel Dieu de Lyon realizaba diversos trabajos caritativos aparte los propios de la enfermería y estaba diseñado para recoger a peregrinos, huérfanos, pobres, débiles y enfermos. Sus primeras enfermeras fueron mujeres laicas reclutadas entre penitentes y viudas. Con el tiempo los hombres ayudaron en el trabajo de enfermería.

El Hôtel Dieu de París fue construido con una puerta abierta para todos los que sufrían.comenzó como un pequeño hospital y creció hasta alcanzar proporciones impresionantes. El Papa Inocencio IV organizó el grupo originario de mujeres laicas que atendían a los enfermos como orden religiosa.

Tanto los hermanos como las hermanas tenían asignadas actividades específicas, entre las que figuraban el trabajo externo, la administración del hospital, el cuidado de los enfermos y los servicios religiosos. Parte de la labor de la enfermería la realizaban los hermanos en los pabellones generales, mientras que en las salas de mujeres los cuidados de enfermería los impartían exclusivamente las hermanas. Su función de enfermería incluía la admisión y el alta del paciente, la responsabilidad sobre las cocinas y las lavanderías y el entierro de los difuntos. Además, los ritos religiosos eran una parte esencial de la rutina del hospital, con servicios tanto para los pacientes como para el personal.

El Hospital del Santo Spirito de Roma probablemente fue el más grande de los hospitales medievales. Fue construido con el propósito primordial de cuidar a los enfermos. Se dice que en este hospital llegaron a prestar servicio más de 100 médicos y cirujanos. El Santo Spirito pronoto se convirtió en prototipo para el desarrollo de otros hospitales medievales.

Las órdenes militares de enfermería

Las órdenes militares de enfermería fueron una consecuencia de las Cruzadas a Tierra Santa. Si mencionan que se construyeron y equiparon grandes hospitales y que los caballeros cuidaban de los enfermos. Tan grande fue la influencia de estas órdenes en la enfermería que Nutting y Dock dedicaron todo un capítulo de su Historia de la Enfermería al origen y desarrollo de las mismas. Cuidar a los heridos y enfermos fue importante para la organización y estructuración de los hospitales europeos y para el modelo de servicio de enfermería que establecieron y normalizaron. La acumulación de grandes riquezas y amplias extensiones de tierras provocó a la larga su caída. Poco después de concluidas las Cruzadas, la devoción a la llamada de la enfermería disminuyó, las obras de misericordia empezaron a flaquear y la guerra contra los no creyentes se convirtió en el único objetivo.

Se formaron grandes ordenes, todas ellas designadas con el nombre de Hospitalarios. Cuando no estaban en la batalla, ayudaban a cuidar a los enfermos. Los hermanos sirvientes tenían como principal responsabilidad atender a los viajeros cansados y cuidar a los enfermos. Tres de estas órdenes de enfermería sobresalen como las más famosas e importantes de la historia: los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, los Caballeros Teutónicos y los Caballeros de San Lázaro.


Los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén

Hacia el año 1050, un grupo de ricos comerciantes, fundó dos hospitales en Jerusalén. Al principio estos hospitales atendieron a toda persona enferma, pero durante la batalla de Antioquía por Jerusalén quedaron sobre saturados. Muchos cruzados de noble cuna dejaron de lado sus armas para colaborar en el trabajo de cuidar a los enfermos en el Hospital de San Juan. Al principio las mujeres se encontraron en igualdad de condiciones frente a los hombres: todos cuidaban a los enfermos, comían y asistían al culto juntos. La reparación fue total, y las hermanas quedaron subordinadas a la orden masculina. La orden se enriqueció enormemente debido a las donaciones de los benefactores agradecidos, lo que permitió la construcción de nuevos hospitales, hostales y asilos. Se elaboraron normas que fueron seguidas por los mejores hospitales urbanos de Europa durante muchos siglos.

El curso de esta orden se distinguió por su labor en el campo de la enfermería hasta la expulsión de los cristianos de Palestina. La enfermería se fue dejando de lado, pues las hermanas de San Juan desaparecieron temporalmente. Con la conquista de Rodas, el cuidado de los enfermos se convirtió en un objetivo secundario. El significado de esta organización en la historia de la enfermería fue enorme.

El más grande e importante de los numerosos hospitales de la orden fue el fundado en 1575 en la ciudad portuaria de La Valetta, Malta. En sus primeros tiempos este hospital fue un modelo para toda Europa. Cuando lo visitó John Howard en 1786 estaba sumido en un estado de gran deterioro. El hospital, que sigue siendo un magnífico monumento arquitectónico, acomodó originariamente a algo menos de cien pacientes. Una estructura organizativa bien definida proporcionaba jefes de departamento, enfermería, limosnas, distribución de alimentos a los pobres, remiendo de ropas y cuidado de niños. Los casos agudos y los pacientes con hemorragia, litotomía y demencia permanecían aislados. Médicos remunerados ayudaban a los caballeros en las cuestiones de anatomía y en el cuidado de las enfermedades.

Los caballeros Hospitalarios intervinieron en Europa durante los periodos de guerra, conducían ambulancias y llevaban otros servicios médicos. “Pero sus funciones originarias han sido adoptadas y ampliadas durante el último siglo por la Cruz Roja”. La orden perdura en las Hermandades de San Juan y en los cuerpos de ambulancias y primeros auxilios. Aún pueden admirarse los edificios de los hospitales que fundaron los Caballeros de San Juan en Rodas y Malta.

La Cruz Maltesa, se convirtió en parte de la insignia de muchos grupos dedicados al cuidado de los enfermos. Las ocho puntas de la cruz significan las ocho virtudes que los caballeros debían ejemplificar en las tareas de caridad de su vida cotidiana:

Goce espiritual.

Vivir sin malicia.

Arrepentirse de los pecados.

Humillarse ante los que te injurian.

Amar la justicia.

Ser misericordioso.

Ser sincero y puro de corazón.

Sufrir la persecución con abnegación.


Los Caballeros Teutónicos

Durante la Tercera Cruzada los peregrinos alemanes instalaron un hospital provisional junto a las murallas de Acre. Los Teutónicos siguieron las normas hospitalarias de los Caballeros de San Juan y la estructura militar de los Templarios. Tomaban los tres votos habituales de pobreza, castidad y obediencia, pero añadían un cuarto que los obligaba a cuidar a los enfermos y defender la fe.

En Alemania se fundó una orden de mujeres para realizar específicamente tareas hospitalarias. Es posible que sus obligaciones de enfermería se consideraran de poca categoría.

Los Caballeros Teutónicos adquirieron gran poder y muchos hospitales fueron puestos en sus manos.

Las órdenes seglares de enfermería

Hicieron grandes contribuciones a la enfermería y sirvieron a los enfermos, los pobres, los abandonados y los huérfanos. También ejercieron la enfermería hospitalaria. El desarrollo de estas órdenes marca un hito de suma importancia en la secularización de la enfermería.

Otra orden fue la de los Antoninos (1095) sus miembros se dedicaron a los afectos del “fuego de San Antonio”, que probablemente era la enfermedad del ergotismo. Se erigieron hospitales para las víctimas de este proceso.

Las Beguinas de Flandes constituyeron una de las órdenes seglares de enfermería más prominentes.

La organización era extremadamente simple. De dos a cuatro mujeres vivían juntas en pequeñas casas construidas en un recinto cerrado y agrupadas alrededor de una iglesia u hospital. Resulta difícil describir adecuadamente el trabajo de estos beguinajes debido a su gran diversidad.

Iniciaron un servicio domiciliario de enfermería y fijaron una cuota si la familia era solvente. El trabajo hospitalario se convirtió en uno de sus intereses primordiales, lo que dio lugar a la creación de sus propios hospitales, donde ejercía la enfermería. También servían como enfermeras en los campos de batalla. En la actualidad las Beguinas mantienen una existencia corporativa en Bélgica.

El crecimiento de los hospitales 

La idea de los hospitales urbanos fue acogida con apoyo y aprobación, y en algunos casos los hospitales pasaron de forma amistosa del control eclesiástico al seglar. Aumentó rápidamente el número de hospitales. Varios factores contribuyeron a la demanda de más hospitales: los hospitales existentes se habían organizado como orfanatos, hostales para viajeros y enfermos y casa de caridad; las enfermedades contagiosas eran incontrolables. En general, los hospitales se edificaban para cuidar a los enfermos pobres.

Las prácticas de administración e higiene variaban de un hospital a otro; a veces eran buenas y otras no. Los cuidados de enfermería se dispensaban las 24 horas al día. Con el paso de los siglos, no siempre hubo una dotación suficiente de enfermos. Se generalizó la práctica de emplear a individuos de poco carácter para aumentar la dotación de personal de enfermería... Era el primer atisbo de decadencia en la enfermería, decadencia que acabaría por producirse y que persistía durante un largo y terrible periodo.

El primer hospital británico fue el de York. También era una casa de caridad y tenía un pabellón para leprosos. La enfermería de estos hospitales la ejercían mujeres de noble cuna, que además practicaban la enfermería vecinal en los hogares de los pobres. La organización de estos incluía ambos tipos de servicio de enfermería.

Las epidemias y las placas

Durante el siglo XIV, una enfermedad catastrófica, la Muerte Negra, la peor fue la de 1348. Se cree que se originaba con la picadura de un parásito infectado. Aunque en principio se trata de una enfermedad de roedores, las ratas, puede ser transmitida al hombre por pulgas alimentadas por roedores. El contacto directo con una persona infectada también puede transmitir la enfermedad. Las ratas de barcos diseminaron la enfermedad por la mayor parte de Europa. El nombre de Muerte Negra se justificaba por que debajo de la piel aparecían unas hemorragias oscuras. El brote de peste bubónica se considera como una de las crisis más devastadoras que haya azotado jamás a la humanidad. Hizo cundir el pánico entre la gente.

Por esa misma época se inició la enfermedad del sudor. Se cree que esta virulenta enfermedad pudo ser la gripe. Gran número de personas moría al día o a las pocas horas de haber experimentado los primeros síntomas. Su aparición se acompañaba de escalofríos, fiebre, jaqueca, estupor, dolor precordial, vómitos, fatiga y sudación profusa. Algunos de los cuidados aceleraban el fin del paciente. Se cerraban puertas y ventanas, se encendía fuego y se le cubría con pieles. A tal efecto se utilizaban diversas técnicas, como azotar el cuerpo con ramas o dejar caer gotas de vinagre en los ojos. El paciente era “cocido hasta la muerte”.



LA ENFERMERÍA EN TRANSICIÓN


Los hospitales y los reformadores


El resultado inmediato de la disolución monástica fue que la gente se quedó sin hospitales y posadas de los que había dependido durante muchos años. Siguió un periodo de rápido deterioro en el cuidado de los enfermos y de los pobres. Se produjo un declive en la calidad del servicio público, en particular para los enfermos. En esta época de insensibilidad y brutalidad, ni los gobernantes ni los médicos se preocuparon lo más mínimo por elevar la enfermería o mejorar las condiciones de los hospitales.

La decadencia de los hospitales

Las pugnas religiosas no tuvieron un efecto directo sobre los hospitales en los países católicos, como España e Italia. Sin embargo, en los protestantes se cerraron numerosas instituciones pequeñas al suprimirse las órdenes de la enfermería. Un utilitarismo austero sustituyó a la belleza que anteriormente había prevalecido en la construcción de los centros para enfermos.

Las condiciones insalubres predominantes en estos hospitales dieron lugar a grandes brotes epidémicos. No era extraño que se echara a los enfermos en camas ya ocupadas por otros pacientes; los muertos y los delirantes, posiblemente juntos, al lado de los que todavía vivían y conservaban la razón. Las camas estaban tan próximas entre sí que la limpieza se hacía casi imposible. Debajo se podía encontrar todo tipo de inmundicias. El aseo de los enfermos ni se intentaba; las sangrías y las purgas eran los tratamientos habituales para cualquier dolencia. Las mujeres perdieron el control de la enfermería. Éste fue uno de los periodos de la historia de la enfermería en que la supremacía masculina fue más absoluta y generalizada. Las enfermeras típicas eran la escoria de la sociedad, personas inmorales, alcoholizadas y analfabetas.

Se requería ayuda para salir de la situación en la que se encontraba la enfermería, y el interés público por su progreso empezó a hacerse patente entre diversos grupos. Esta preocupación de la sociedad dio como resultado el inicio de una serie de cambios significativos que llevarían a la reforma estable de la enfermería.

El nacimiento de la enfermería moderna

Las órdenes de las diaconisas que habían existido en la época de Cristo fueron reavivadas por las iglesias protestantes durante el s. XIX. El cuidado de los enfermos se convirtió en su principal deber. Kaiserswerth se le atribuye la creación de la primera orden moderna de diaconisas.

Este instituto dejó una huella indeleble en toda la enfermería. Influyó a Florence Nightingale. El pastor Fliedner, en 1828 se casó con Friederike Münster. El matrimonio centró su atención en el cuidado de los enfermos y abrió un pequeño hospital con una escuela de formación de diaconisas. Su primera diaconisa, Gertrude Reichardt, hija de un médico, ingresó en 1836. A finales del primer año otras seis mujeres se le habían unido para recibir formación. Se las enviaba a cumplir tareas de distrito, hospitales o privadas, o bien a lejanos campos de misión.

El movimiento del instituto se extendió rápidamente que se tuvieron que adquirir otras dos casa anexas, e incluso tuvo que reconstruirse el propio instituto, que resultaba demasiado pequeño para albergar a las diaconisas. El programa de enfermería incluía una rotación por los servicios clínicos hospitalarios, formación de enfermería domiciliaria, aprendizaje teórico y práctico del cuidado de los enfermos, conocimientos de ética y doctrina religiosa y un nivel suficiente de farmacia para superar los exámenes estatales para farmacéuticos. Duraba tres años. El principio de que las enfermeras debían cumplir exactamente las órdenes del médico y que éste era el único responsable del resultado.

La estructura de organización evolucionó, se dividieron en cuatro áreas: enfermería, ayuda a los pobres, cuidado de los niños y trabajo de auxilio a las mujeres presas y las “Magdalenas”. Friederike falleció en 1842. Fliedner se casó con Caroline Bertheau (1811-1892), quien había ejercido durante 3 años como superintendente del departamento de cirugía de mujeres del Hospital de Hamburgo. Su experiencia de enfermería resultó muy valiosa para la continuación del trabajo del instituto.

La revolución Nightingale

Biografía. Florence Nightingale nación en 1820, en Hampshire, hija de una familia terrateniente adinerada. A los 23 años, dijo a sus padres que quería convertirse en una enfermera y se encontró con una sólida oposición de ellos, ya que la enfermería se asociaba con mujeres de clase trabajadora.

En 1851 Florence recibió permiso para entrenarse como enfermera. Entonces, con treinta y un años se fue a trabajar al hospital de Kaiserworth en Alemania.

En 1852 escribió pero nunca publicó:

“Se supone que las mujeres no deben tener una ocupación suficientemente importante para no ser interrumpida... Ellas se han acostumbrado a considerar la ocupación intelectual como un pasatiempo egoísta, y es su “deber” dejarlo para atender a cualquiera más pequeño que ellas”.

Dos años más tarde, fue nombrada directora residente del hospital para mujeres inválidas en Harley Street, Londres. El año siguiente, Florence Nightingale fue autorizada para llevar a 38 enfermeras a cuidar a los soldados británicos en la guerra. Allí encontró que las condiciones del hospital militar Scutari eran alarmantes. Los hombres eran mantenidos en cuartos sin sábanas ni comida decente. En estas condiciones no era sorprendente que en los hospitales militares, heridas de guerra era sólo la sexta razón de defunción. Enfermedades como el tifus, cólera y disentería eran las tres causas principales por las cuales la proporción de muertos era tan elevada.

Durante este tiempo, Florence Nightingale recolectó datos y sistematizó la práctica del control de registros. Inventó un gráfico de área polar (lo veremos más adelante), donde las estadísticas representadas son proporcionales al área de una tajada en un gráfico circular. Esta información fue su herramienta para promover la reforma. Sus cálculos sobre la tasa de mortalidad mostraron que con una mejoría en los métodos de sanidad, las muertes descenderían.

Florence Nightingale recibió muy poca ayuda de los militares, hasta que utilizó sus contactos con el Times, para reportar la información. Entonces se le encomendó la tarea de organizar las barracas del hospital después de la batalla de Inkerman y al mejorar las condiciones de sanidad, logró reducir la proporción de muerte de sus pacientes.

En 1856 Florence Nightingale regresó a Inglaterra como una heroína nacional, y decidió empezar una campaña para mejorar la calidad de la enfermería en los hospitales militares. Su evidencia en la Comisión de Sanidad de 1857 resultó en la formación de una universidad médica militar.

Para dispersar sus opiniones sobre la reforma, publicó dos libros: Notas de Hospital (1859) y Notas de Enfermería (1859). Con el apoyo de amigos adinerados y The Times, Florence Nightingale pudo reunir £59,000 para mejorar la calidad de la enfermería. En 1860 utilizó este dinero para fundar la Escuela y Casa para Enfermeras Nightingale en el Hospital St. Thomas. También se involucró en el entrenamiento de enfermeras que trabajaban en “casas de trabajo”, como resultado de una ley en protección de los pobres, de 1834.

Nightingale tenía fuertes opiniones sobre los derechos de las mujeres. En su libro Sugerencias para pensar para los buscadores de las verdades religiosas (1859), argumentó fuertemente para que se eliminaran las restricciones que prevenían a las mujeres de tener carreras.

Posteriormente en su vida, sufrió de mala salud, y en 1985 se volvió ciega. Luego perdió otras facultades, lo cual significó que tuviera que percibir cuidados a tiempo completo. A pesar de estar completamente inválida, vivió otros 15 años antes de su muerte en 1910.

El Diagrama de Área Polar. De acuerdo con la imagen que se muestra a continuación y en función del texto que se localiza en la esquina inferior izquierda, cada una de las áreas azules, rojas, y las secciones negras, están medidas utilizando el centro como vértice común. Las secciones azules medidas desde el centro del círculo representan, área por área, las muertes por enfermedades Zymoticas, desde prevenibles hasta mitigables.

Las secciones rojas medidas desde el centro representan las muertes de heridas. Las secciones negras medidas desde el centro representan las muertes por otras causas.

La línea negra que cruza el triángulo rojo en Noviembre de 1854 marca el límite de las muertes debidas a todas las otras causas durante ese mes.

En octubre de 1854 y abril de 1855, el área negra coincidió con el rojo. En enero y febrero de 1855, el azul coincidió con el negro.

Las áreas completas pueden comparase siguiendo las líneas limítrofes del azul, el rojo y el negro.

El nacimiento de la Cruz Roja

Otro estímulo para la reforma de la enfermería culminó con la creación de la Cruz Roja internacional. Su fundador fue J. Henri Dunant. Deprimido al comprobar la falta de servicios médicos reclutó a gente de la localidad para que proporcionara la ayuda o cuidados de enfermería que le fuera posible. A continuación hizo un llamamiento a varios gobiernos europeos para crear un organismo internacional que brindara ayuda voluntaria de enfermería en los campos de batalla.

En 1862 publicó el famoso Recuerdos de Solferino, que contenía la idea embrionaria para el nacimiento de la Cruz Roja.

Todos los gobiernos acordaron honrar a las enfermeras de la Cruz Roja como no combatientes y respetar sus hospitales y demás instalaciones.


El escenario cambiante de la enfermería


El descubrimiento de nuevos fármacos, nuevas técnicas y tecnologías han acrecentado las responsabilidades de las enfermeras y ha obligado a introducir modificaciones radicales en los cuidados de enfermería. El cuidado del paciente de hoy plantea retos diferentes a los que tuvo que afrontar Florence Nightingale, puesto que a las enfermeras actuales se les exige efectuar tareas que antaño realizaron los médicos. Antes de la década de los años treinta la mayor parte de los cuidados de enfermería corrían a cargo de los estudiantes. Incluía una gran variedad de tareas que nada tenían que ver con la profesión. A los estudiantes se les dejaba poco tiempo para poder proporcionar un cuidado de enfermería adecuado.

Hacia los años cuarenta las enfermeras ya llevaban a cabo muchas más tareas y procedimientos como resultado de la introducción de profundas innovaciones en los cuidados de salud. Cada vez eran más las personas ingresadas en los hospitales para someterse a nuevos tipos de pruebas, ya que estas instituciones se habían convertidos en lugares seguros y eficaces. En Enfermería para el futuro, se realizaban más de cien tipos de prácticas diferentes.

A lo largo dl siglo XX hubo periodos de escasez dentro de la enfermería. Muchas se negaron a participar en una estructura laboral que ofrecía pocas recompensas, muchas horas, trabajo físico arduo y salarios muy bajos.

A esta situación se sumaron otros acontecimientos significativos que llevaron al desarrollo paulatino de un nuevo modelo de organización para los cuidados hospitalarios. El éxito demostrado de las salas de reanimación en el frente durante la II Guerra Mundial se tradujo en la creación de unidades especiales para el cuidado de los pacientes. Se establecieron salas de posanestesia y recuperación para prevenir las complicaciones del posoperatorio. De esta forma fue posible establecer una progresión de la unidad de cuidados intensivos a la intermedia, a la de autocuidados, a la de cuidados a largo plazo y la de cuidados a domicilio. Este desarrollo de unidades de tipo específico obliga a contar con algún tipo de enfermería especializada y alteraba la razón enfermera-paciente en algunas áreas, lo cual contribuyó a acentuar todavía más la carencia de profesionales.

La calidad de los cuidados de enfermería y la satisfacción del paciente fueron decreciendo, ya que cada vez eran menos las enfermeras profesionales tituladas que atendían directamente a los enfermos. El trabajo estaba coordinado, pero el cuidado de enfermería estaba fragmentado. Tuvo consecuencias graves debido a los continuos avances dentro de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos y al desarrollo de tecnología cada vez más sofisticada. Los años cincuenta y sesenta supusieron una época de revolución para los cuidados de salud.

La necesidad de un enfoque distinto de los cuidados de enfermería, uno que proporcionara tanto calidad como atención integral al enfermo. En los años setenta se acorta las distancias entre la enfermera profesional y el paciente. En el Hospital de Nueva York su finalidad global es proporcionar cuidados de enfermería continuos y de calidad con el fin de favorecer la curación, prevenir las complicaciones, promover la salud y evitar las recaídas y las nuevas enfermedades. Los cuidados de enfermería los imparten exclusivamente enfermeras profesionales en un contexto que fomenta el traslado del paciente del hospital general al hogar. La enfermera es el factor primordial en el cuidado de los pacientes y coordina los esfuerzos combinados del enfermo, la familia y los suyos propios para resolver los problemas que pudieran obstaculizar la recuperación total. La medicina se consideran como un tratamiento secundario. En esta estructura se da por supuesto que se necesitan menos cuidados médicos y más cuidados y formación de enfermería. Se iniciaron hospitales de cuidados agudos. Las enfermeras vieron frustrados sus esfuerzos por un personal inadecuado, el énfasis puesto en la eficiencia y la falta de consideración hacia las tendencias del paciente.

En los años setenta empezó a hacerse realidad la meta combinada del cuidado de enfermería por parte de enfermeras profesionales y el cuidado integral del paciente con la aparición de la enfermería primaria. La enfermera primaria es responsable 24 horas al día, siete días por semana. Los cuidados de enfermería primaria asumen la responsabilidad de toda la gama de funciones incluyendo la educación, consultas, cuidados exhaustivos y continuos, planificación y valoración de los cuidados, documentación del progreso, planificación del alta y remisión a los servicios e instituciones secundarias. Las enfermeras pueden actuar como abogadas del paciente, responder de su propia práctica y tomar decisiones basándose en los datos disponibles.

La enfermería primaria ha ido ganando popularidad, su éxito depende de la existencia de personal suficiente, del apoyo de la administración y de concurso de enfermeras preparadas técnica y educativamente.

Algunas enfermeras primarias se dedican actualmente a la práctica privada o comparten una consulta con un médico.

Aunque se han dado grandes pasos en la enfermería, los problemas siguen vigentes. Las condiciones de trabajo y los entornos siguen siendo fuentes de conflicto. Las enfermeras están expresando sus preocupaciones por la falta de personal, los bajos salarios, las largas horas de servicio, las prácticas peligrosas, la imposibilidad de utilizar los propios conocimientos, juicios y tomas de decisiones y otras circunstancias que les impiden proporcionar unos cuidados de enfermería de alta calidad.

De las enfermeras actuales se esperan que sean demasiadas cosas para tanta gente y que funcionen en una gran variedad de contexto. Deben ser excelentes cuidadoras, investigadoras capacitadas, eruditas y pensadoras basadas en el razonamiento científico y lógico. Se ven envueltas en avances científicos y técnicos y en nuevos papeles, que han ampliado sus oportunidades pero que al mismo tiempo han multiplicado en alcance de sus responsabilidades.

Investigación y teoría de la enfermería

Las “escuelas de formación” estadounidenses no favorecían el desarrollo del pensamiento crítico ni la resolución de problemas. No se daba a las mentes inquietas una disciplina rígida y una obediencia incuestionable. En la escuelas de enfermería, reducían el individualismo, la creatividad, el pensamiento crítico y la confianza. Servían para colocar a las estudiantes y enfermeras graduadas en un papel de sumisión, y así permanecieron durante muchos años.

La enfermería no era propicia para la investigación, como tampoco había enfermeras preparadas para emprenderla. La necesidad de la investigación de enfermería ya fue reconocida por las primeras dirigentes, que se comprometieron con el método científico de recoger e interpretar datos para generar nuevos conocimientos tendentes a mejorar los cuidados de enfermería.

Una serie de acontecimientos acabaron por conducir al compromiso firme de incorporar la investigación de enfermería a la estructura global de la profesión. La Association of Collegiate Schools of Nursing (ACSN) patrocinó un foro especial sobre investigación de enfermería en 1941. La Cámara de Delegados de la ANA aprobó un programa de investigación en 1950. Este programa estaba diseñado como un proyecto a largo plazo para estudiar:

Las funciones de la enfermería en distintos contextos y zonas geográficas.

La relación de las enfermeras con sus compañeros de trabajo y asociados.

El lanzamiento de la revista Nursing Research en 1952 fue un reflejo de la promoción y la comunicación de la investigación en enfermería. En 1955 se creó la American Nurses' Fundation como corporación miembro de la ANA. Esta fundación proporciona becas de investigación a las enfermeras graduadas para proyectos científicos y educativos; llevar a cabo estudios, revisiones e investigaciones; proporcionar becas a las instituciones educativas públicas y privadas sin fines lucrativos, y publicar trabajos científicos, educativos y literarios.

Entre 1940 y 1956, el Departamento de Salud, Educación y Bienestar concedió pequeñas becas a múltiples personas por diversos proyectos de investigación. En 1956, en la División de Recursos de Enfermería de los Servicios de Salud Pública de los Estados Unidos se formó un programa externo de becas para la investigación de enfermería. Se concedieron premios en metálico a los investigadores cualificados por sus proyectos. Fue la primera vez que ponían becas con fondos federales para la investigación de enfermería. También en otros dos ámbitos: a través de unas ayudas especiales de predoctorado creadas por la División de Recursos de Enfermería, y a través de becas de formación de enfermeras-investigadoras graduadas. En los años 70 se logró la integración de la investigación de enfermería en todos los programas colegiados de formación.

El valor de la investigación de enfermería se irá haciendo cada vez más importante conforme la enfermería siga avanzando hacía la condición de profesión y de excelencia de ejecución. La investigación tendrá como resultado el asentamiento de la calidad de los cuidados. Las formas más eficientes y eficaces de la enfermería se pueden identificar a través de la investigación.

La necesidad de contar con teorías de la enfermería y poderlas desarrollar fueron cuestiones destacadas en la década de los 70.

La enfermería comienza a ser reconocida como una ciencia legítima, aunque sigue siendo necesario un impulso continuado para alcanzar esta meta. Los esfuerzos unidos de las estudiantes y de las practicantes de la enfermería son indispensables para poder identificar la base de conocimientos de la enfermería y formular una teoría o teorías que sustancien la práctica profesional.

Los avances en la formación

El desarrollo de los programas universitarios de enfermería se inició con los estudios de diplomado. La falta de enfermeras preparadas para puestos de docencia y administración era evidente. La Dra. Louise Fitzpatrick (1983) describe las siguientes cuatro fases:

Orígenes: 1939-1952. Esta fase se relaciona con la dificultad de rastrear el desarrollo de los programas de formación de las enfermeras. Sin embargo, se estaban produciendo varios acontecimientos importantes. Los programas de diplomado de diferentes tipos iban en aumento.

Etapa de transición: 1953-1964. Fue durante estos once años cuando la licenciatura fue reconocida como el nivel avanzado de la formación de enfermería. Se formularon unas pautas de organización, administración, plan de estudios y examen y se creó un Subcomité de Formación de Graduación de Enfermería (de la NLN). En los años 80 se está volviendo a producir una nueva tendencia al ir ganando importancia la posición favorable a doble preparación.

Regionalización. La planificación regional de la formación de diplomados se inició en la década de los 50 con la creación de dos organizaciones: el Southern Regional Educational Board (SREB) y la Western Interstate Commission on Higher Education (WICHE). Ambas se dedicaron a conseguir una mejora de la enfermería mediante programas de licenciatura más fuertes para preparar al profesorado.

Maduración de la licenciatura: 1964-1975. La licenciatura de enfermería maduró y se convirtió en una acreditación importante para las enfermeras que ostentaban puestos directivos en aquellos años. Interés por la investigación y una expansión del número de programas de diplomados dentro de las especialidades clínicas. El Acta de Formación de Enfermeras de 1964 proporcionó una asignación financiera amplia para la construcción, desarrollo del profesorado, becas para las estudiantes y préstamos.

El grado de licenciatura se ha asentado firmemente en la estructura de la formación de enfermería. Es evidente la revaloración de la formación, ya que el número de enfermeras que obtiene el grado de licenciatura está aumentando rápidamente.

Hubo otros factores que inhibieron el crecimiento rápido de la preparación de doctorado para las enfermeras: la enfermería se percibía exclusivamente como una disciplina práctica; existía temor a que las enfermeras fueran eruditas y supusieran una amenaza para las jerarquías médicas; el crecimiento retardado de los programas de licenciatura dio lugar a una promoción inadecuada de candidatas al doctorado hasta los años 60; la naturaleza, orientación y dirección del doctorado de enfermería no se habían definido claramente, y faltaba un cuerpo de conocimientos científicos.

El primer Doctorado en Ciencias de la Enfermería dentro de la rama de enfermería psiquiátrica se inició en la Boston University en 1960. La pedagogía era la disciplina más popular.

Los argumentos de Grace (1978) sobre la evolución de ciertos tipos específicos de programas de doctorado dentro de la enfermería. El primer tipo era el de la especialidad funcional, que subraya la base de metodologías y conocimientos necesarios para la enseñanza y la administración. El segundo tipo implicaba la preparación dentro de disciplinas científicas básicas sobre las que se apoyan la ciencia y el arte de la enfermería.

En la actualidad se ofrecen dos programas de doctorado en enfermería: el Doctorado Médico, o doctorado académico, que hace hincapié en la investigación de enfermería, y el Doctorado en Ciencias de la Enfermería, o doctorado profesional, que se centra especialmente en la práctica de la enfermería.

La era de la especialización

El concepto de especialidades de enfermería era literalmente desconocido antes de la influencia de Florence Nightingale y el surgimiento de la enfermería moderna. Se esperaba que cada enfermera se ocupase del paciente sin tener en cuenta el tipo de enfermedad que justificaba los cuidados. Los enfermos no fueron separados por enfermedades hasta las primeras décadas del siglo XX. Puede que este cambio fuera el factor desencadenante del movimiento del movimiento de la especialización, ya que los pacientes eran colocados en áreas específicas de acuerdo con los diagnósticos médicos. Sin embargo, hasta la II Guerra Mundial la de las enfermeras trabajaba como personal de enfermería general en los hospitales, como enfermeras de salud pública o como enfermeras de instituciones privadas.

Con el tiempo, la tendencia hacia las unidades de cuidados especializados fue cobrando importancia, y con ella evolucionaron dos papeles de enfermería: El papel extendido: se refiere a un médico extensor con una orientación de practicante; el médico mantiene la autoridad y el poder de tomar decisiones. El papel ampliado: es un ensanchamiento de la enfermería orientado a los cuidados en el cual la enfermera colabora con el médico cuando está indicado.

Las primeras especialidades de enfermería surgieron a finales del s. XIX y principios del XX: la enfermera partera y la enfermera anestesista. La formación de las enfermeras parteras fue una respuesta directa a la necesidad de mejorar los cuidados materno infantiles, a la práctica incontrolada de comadronas sin preparación y a la falta de tocólogos en las zonas rurales más pobres. El papel de enfermera anestesista surgió como parte de la creciente sofisticación de la cirugía, cuando se reconoció que se necesitaban ayudantes preparados para administrar los anestésicos. Ya no resultaba seguro ni satisfactorio tener a estudiantes de medicina o ayudantes sin preparación administrando la anestesia. En la actualidad siguen vigentes los mismos tipos de luchas por la especialización de enfermería.

Ya desde un principio otra enfermera especialista que merece mención: la enfermera de empresa. Esta especialidad surgió como respuesta a los riesgos y condiciones anormales de salud de las tiendas, fábricas y demás campos del trabajo industrial. Ado Mayo Stewart fue la primera enfermera de esta especialidad. El crecimiento de la enfermería de empresa fue lento hasta el auge repentino de la industria de defensa durante la II Guerra Mundial. Entonces se empezó a contratar rápidamente enfermeras para todo tipo de plantas de fabricación, una práctica que, en la mayoría de los casos, se continuaría después de la guerra.

La década de los sesenta, fue testigo de otro período de notable crecimiento de la especialización de la enfermería, que ha continuado hasta la actualidad. En los hospitales se desarrollaron todo tipo de campos de especialidad (unidades de cuidados coronarios, unidades de cuidados intensivos quirúrgicos y médicos, unidades de quemaduras, unidades de diálisis, unidades de oncología), que obligaron a un cambio en los papeles de le enfermería. Determinaron que la enfermería empezase a experimentar con el papel de “especialista clínica” o “enfermera clínica”. Este nuevo concepto permitió que las enfermeras utilizaran su saber para la práctica de la enfermería avanzada. De nuevo, los esfuerzos de la enfermería se vieron parcialmente coartados, ya que a menudo las administraciones de los hospitales no estaban dispuestas a pagarpor dichos servicios y asignaban tales responsabilidades a la supervisora o a la enfermera de plantilla especializada. De estas forma se prohibía o impedía que la especialista ejerciera un papel clínico. Todavía no se han podido vencer todos los obstáculos interpuestos a esta función, aunque actualmente las especialistas clínicas ya operabaan en diversos tipos de emplazamientos, incluyendo hospitales, instalaciones ambulatorias, junto con médicos independientes o en grupos y en consultas privadas o conjuntas con otras enfermeras especialistas y/o médicos. En 1954 Hildegard E. Peplau desarrolló el primer programa con nivel de graduación para la preparación de especialistas clínicas en la Rutgers University; el área de especialidad del programa era la enfermería psiquiátrica.

En este periodo también se introdujo la “enfermera práctica” como resultado de una demostración específica subvencionada por la Fundación Commonwealth en la University of Colorado en 1965. El Dr. Henry Silver, pediatra y la Dra. Loretta Ford, enfermera de salud pública de dicha universidad, colaboran en la empresa. Este proyecto de demostración dio lugar a la creación de un programa de enfermería práctica en pediatría que capacitaba a las enfermeras para impartir cuidados generales a los niños sanos en un contexto ambulatorio. Además, a las enfermeras se les enseñaba a emitir juicio sobre las enfermedades graves o crónicas de los niños y a ejercer como practicantes en urgencias infantiles. Uno de los efectos de estas innovaciones fue el desarrollo de numerosos nuevos títulos dentro de la enfermería, como enfermería clínica, especialista en enfermería clínica y enfermera práctica. Todos ellos diferían en su significado, en los requisitos de formación y en las funciones a desempeñar. Es evidente que falta una estandarización de los títulos, como demuestra la lista de más de 80 titulaciones de enfermería práctica confeccionada por Gripando. Además en la actualidad existen unas 27 organizaciones que representan a diversos tipos de práctica especializada de enfermería, y la lista sigue aumentando.

...En conclusión 

A lo largo de toda la historia los líderes de la enfermería se han referido a ella como un arte y al mismo tiempo como una ciencia. Sin embargo, en este contexto el arte es algo más que un concepto lineal y estático. Supone un tipo de percepción activa, dinámica y en continuo desarrollo. Una calidad emocional guía de la transformación del material en arte, pero refuerza el papel de la inteligencia o del pensamiento. Así, el arte es una forma de interrogación cualitativa que extrae su sustancia de la intuición estética. Isabel M. Stewart calificada a menudo la enfermera como un arte. Hacía hincapié en que la enfermera, como “verdadera artista”, era esencial para el progreso de la enfermería hacia algo más que un oficio altamente cualificado. Miss Stewart comprendió que muchas personas veían el arte y la técnica como una entidad única, pero siempre explicaba que un trabajo podía ser técnicamente perfecto y, sin embargo, carecer de arte. La técnica, el alma, la mente y la imaginación eran esenciales para la formación del verdadero artista.

La herencia de la enfermaría es rica. Su historia es un relato de descubrimientos que reflejan los nuevos avances realizados en cada generación. La historia de la enfermería que se ha representado a través del arte muestra sus aspectos más valiosos: cuidado y entrega. El cuidado es la esencia de la enfermería: cuidado por, cuidado de, cuidado hacia... nadie podrá captar jamás totalmente el verdadero arte o el espíritu de la enfermería. ¡Ambos desafían a la expresión!

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Lcda. en Enfermería. Msc.Gerencia de Salud Pública. Diplomatura en: Docencia, Metodología e Investigación, Nefrología y Salud Ocupacional. Actualmente Bacherlor y Master en Ciencias Gerenciales.